Mientras algunas organizaciones o grupos de voluntarios nos dedicamos a intentar hacer menos incómoda la vida de los refugiados en los diferentes campos. Otra gente se dedica a una empresa tan importante o más que la nuestra: hacer reír a los más pequeños.
Por los campamentos deambulas centenares o miles de niños que parecen ajenos a la situación que atraviesan sus familias. Muchos se han adaptado a esta nueva forma de vida, pero nunca está de más, intentar a través de la risa, hacerles olvidar las traumáticas experiencias, que a buen seguro han sufrido.
Mientras actúa un clown en el campamento de EKO se da una simpática situación:
El payaso empieza el espectáculo y decenas de críos se agolpan a su alrededor. En su actuación al clown se le «caen» de repente los pantalones. Entre los más pequeños presencian también acto adolescentes y mujeres jóvenes que giran sus cabezas, ruborizadas por la «indecente imagen» de un hombre semidesnudo.
Disparo mi cámara en el momento que Xosé (un fotógrafo gallego) hace lo propio desde el lado contrario.