Tras el desmantelamiento del campo de Idomeni, los campamentos de Bp y Hara son los más próximos a la frontera. En ellos se agolpan refugiados de distintas nacionalidades esperando la oportunidad de un nuevo intento de cruzar a Macedonia.
Las mafias hacen también aquí su agosto cobrando ochocientos euros por cabeza por introducirles en el país vecino. Algunos refugiados son cargados cual ganado, hacinándo hasta ochenta personas en la caja de un camión. Otras, son conducidas a pie a través de las montañas, donde les espera el acordado trasporte con el que deben continuar ruta.
Quiero imaginar que algunos consiguirán atravesar Macedonia y saltar a un nuevo país. Pero la mayoría son devueltos de nuevo de su infructuoso intento. Con suerte, tan sólo llegan cargados de desesperación y rabia, pero algunos también, con signos evidentes del trato de la policía macedónica. Ésta trata de disuadir a los recién llegados golpeándoles brutalmente las rodillas. Se habla incluso, de grupos de civiles voluntarios que patrullan a la caza del refugiado.
Aún así, algunos no cesan en su empeño e intentan en repetidas ocasiones llegar a Serbia con sus respectivos fracasos.
Aún así, algunos no cesan en su empeño e intentan en repetidas ocasiones llegar a Serbia con sus respectivos fracasos.
Una nueva muestra del trato deshumano que Europa ofrece a los más necesitados.