ROAD TO NOWHERE

    Así se titula una de mis canciones favoritas de los Talking Heads. Y así es como se deben sentir los más de 50.000 «refugiados » atrapados en las granjas de Grecia.

    Y digo granjas porque muchas de esas enormes, tétricas, asfixiantes, sucias y apestosas naves son menos dignas para el ser humano que alguna granja para animales que podemos ver en la Ulzama. Aquí hasta les ponemos música a los animales. Allá les ponemos a prueba a las personas, a ver cuánto aguantan y se marchan de una vez a su país y nos dejan en paz. This Is Europe.
Para decenas de miles de personas, el camino de la esperanza se ha convertido en el camino de la desesperación. Y lo cierto es que tiene muy mala pinta.

    Ahora ya están bien guardaditos donde no se les ve desde el touristic bus. 

    Achicharrados de calor y encima expuestos a las reacciones de algunos descerebrados. Anteayer un coche se llevó por delante a cuatro «refugiados» y un testigo declaró que sus ocupantes se dieron a la fuga sacando el dedo por la ventanilla a lo ….» que os den…»
Pero no pasa nada. Seguramente los sirios de turno invadían la calzada, y como en Grecia se circula mucho por el arcén, pues hala, me los voy a cargar, a ver si espabilan.Cuando llegué a Axioupolis, justo estaban desalojando los campos libres. Y noté tristes a mis compañeros de relevo que llevaban días allí. Luego fuimos entendiendo por qué. Es difícil no empatizar, sentir su agradecimiento, sus miradas, sus sonrisas, sus canciones, my friend…
    Pero la situación ha ido cambiando y todos hemos tenido que adaptarnos,incluso los «refugiados». Al principio no se podía entrar en los campamentos militares,ahora sí según la organización a la que pertenezcas.Mañana quién sabe.
    El avión que me llevará hasta España ya está en el aire y una hermosa luna llena ilumina los amarillentos campos de una Grecia que no sale de una y está metida en otra. O le meten.
    A esta hora en el viñedo de Axioupolis correrá una agradable brisa y «los navarricos» se estarán preparando para ir al pueblo a cenar y tomar unas birras con todo aquel que quiera pasar un rato agradable, repasando lo hecho en el día y planificando qué hacer mañana.
    Con un poco de suerte Marcos cantará y tocará su guitarra . Hoy no estarán Inés, Fernando ni Jokin para tocar las palmas,  Aviviyala!
   Como decía Eduardo, esto es una batidora de emociones y la penúltima la he vivido el día de vuelta a casa. Tras pasar un par de horas en el campo de Vasilika para despedirme de  dos familias sirias he salido a la carretera para coger el bus de vuelta a la ciudad. En la parada había tres familias sirias con tres niños esperando bajo un sol abrasador y me he puesto en la cola. Al llegar el bus me han invitado a subir antes que ellos y me he sentado en el segundo asiento sin sacar billete ni preguntar nada,esperando a hacerlo durante el trayecto. Pero ha sido empezar a subir los «refugiados » y levantarse como loco el chófer de su asiento y montar el numerito.Les quería dejar en tierra sólo porque no tenían monedas para sacar el billete en el bus y la máquina no devuelve cambio ni admite billetes. Entonces he saltado yo diciéndole que no podía hacer eso, que tenían dinero , que querían pagar y que yo les iba a ayudar. Finalmente he conseguido juntar monedas suficientes para sacar los tickets , incluido el mío aunque no me lo había pedido, y darle al chófer en todo el el morro. Aún así el majo de él me ha reclamado durante el viaje que le mostrara los billetes de los adultos y no he podido resistir y soltarle un : «Be patient»!!! , vamos, que ya te vale!

Después, y como no podía ser de otra manera tras andar por «su casa » como si fuera la mía,me he sentado entre ellos y he reconocido a Rezan, uno de los niños a los que días atrás había dado una camiseta de Osasuna. Nos hemos hecho unos selfies y tan agusto.
    Luego he podido sentir cómo la gente que subía al autobús no se quería sentar junto a nosotros, como si apestáramos,y preferían ir de pie bien apretados a acercarse a los «refus». ¡Bravo! Más nos vale educar bien a nuestros hijos y reflexionar sobre cómo nos gustaría que nos tratasen si un día nos vemos en una de estas. ¿Abrirles la puerta o darles un portazo en las narices? Pues parece que se lleva lo segundo, y si encima les saltan los dientes, pues mejor.
    Y ya para acabar voy con la última de la batidora de emociones, más personal.
Pasar en menos de una hora de un campo de «refugiados » a la terminal de un aeropuerto internacional es más fuerte de lo que imaginaba. Ir al baño,asearme, cambiarme de ropa,  sentir el frío del aire acondicionado, entrar al duty free,las colas de gente, echarme un poco de colonia de muestra como la que usa mi hija, comprar un recuerdo para casa…ya soy uno más de nuevo. ¡Vaya contraste! ¿Dónde estaba hace más de una hora? Parece que no pasa nada , la vida sigue.
    Me acuerdo de todas las personas  generosas que he conocido durante estos días. Y digo de TODAS. También de mi familia a la que tengo ganas de ver. El esfuerzo ha merecido la pena, pero no podemos quedarnos ahí como si no pasa nada. En breve aterrizaremos en Gerona.

ROAD TO NOWHERE ????