REFUGIADOS



    Una línea por cada campamento.
    Es lo que me voy a alargar, pues mucho se ha escrito ya, y no sé si sirve para algo, si no tendremos las conciencias adormecidas, acolchadas, en dinero y falsa felicidad…


    Pero cada vez que daba una bolsa de comida a un refugiado, y me decía: gracias, a veces sin mirarme, a veces
con una sonrisa, a veces sin palabras, yo no podía pensar otra cosa que


    PERDON!!
    LO SIENTO!!!
    nunca pude decirles DE NADA..


    Y ofrezco lo único que creo que pueden aceptar: tiempo
    Tiempo que les hemos robado, tiempo que tienen aquí los griegos, no los refugiados.
    Yo les ofrezco una pizca de ese tiempo perdido, pizkatxo bat, una miqueta.


    Y mi única esperanza es que lo acepten, y cuando vuelvan a sus casas, sumen nuestros tiempos, resten lo robado, y puedan seguir adelante
algún día…


    Porque sus ojos, cuando me miran, buscan un atisbo de esperanza en mis ojos, pero yo no la tengo, no puedo
ofrecérsela.


    Yo sólo tengo mi tiempo.