No entiendo las letras, las ofertas de las tiendas, las facturas timoloyos, los menús, no entiendo la situación de los refugiados.
Y como yo, cientos de voluntarios de todo el mundo.
Porque somos cientos, o miles, o esto es lo que percibo.
Ya sé que vivo en una especie de guetto; en él veo refugiados y voluntariado. Y me parece que somos legión… Pero es que lo somos!!!!: gentes de todas las naciones, ONGs desconocidas para todos, solidaridad anónima, imparable e ignorada…
Y no es fácil trabajar aquí: los refugiados sufren sin remedio ni esperanza y es fácil que la debilidad deje aflorar el odio, la agresividad… pero, ¿acaso no es esto lo normal???
La tensión se palpa, pero también la tristeza, el amor, la felicidad, la honradez, la sinceridad, la esperanza…
Los expulsados te reciben en sus tiendas, te ofrecen comida, bebida, tabaco, shisha, conversación, sus historias, su familia….
Y como siempre los niños, my friend, my friend, te piden de todo: agua, comida, ropa, cariño, que te los lleves de allí…
Y como siempre te desarman, te desnudan, y el alma se te hunde en el pecho, y sientes que no puedes hacer casi nada por ellos y vuelves a casa hundido, y desesperado…
Entonces sólo vale pensar una cosa: ayudarles!!!
La cuestión está en saber cómo, hasta qué punto implicarte, hasta donde llegar… porque siempre, siempre, todo lo que hagas te parecerá poco. Así que cada uno debe de buscar el camino a seguir, la manera en que cada persona puede ayudar lo mejor que pueda a esta gente. Porque todos somos diferentes y aportamos cualidades distintas, todas válidas y necesarias!
El miedo no es buen consejero… A mi, en el campo de Vasilika, nada más llegar me ocurrió lo siguiente: era la primera vez, estaba nervioso y las que venían conmigo también. Cerrad las ventanillas, coged las llaves, todo lo que tengas.. Así que mientras hacía todo esto se acercaron dos jóvenes sirios, Ahmad y Dia, de Damasco y Alepo. Dia se agachó y, mientras yo cerraba la puerta de la furgoneta con la mochila en la mano… , me dio la cartera que se me había caído al suelo sin darme cuenta!!
Lo miré a los ojos y no vi más que una mirada transparente, tranquila, de estar haciendo algo normal…
Así que no cerré la puerta, dejé las llaves, le di las gracias y empezamos a hablar de su vida y la mía. Me tranquilicè y aprendí.
No temas, my friend!!!
Ahmad quiere irse a Madrid en 2 meses y Dia volver a Aleppo, toda su familia está allá.. Tienen 20 y 22 años. Una adolescencia perdida y una juventud esperanzada….
Demosles lo único que tenemos: tiempo. Todo lo demás irá creciendo: amor, amistad, comprensión,… Son una excelente tierra en la que sembrar la semilla de la humanidad.
Lo necesitan.
Lo necesitamos todos.