Desayunamos con la impactante noticia de la muerte de al menos cuatrocientos migrantes en el canal de Sicilia. Con éstos, suman más de setecientos que han dejado su vida en esta travesía en una semana. El cierre de la frontera turca obliga a miles de personas que huyen de conflictos bélicos o de la miseria a buscar nuevas rutas y jugarse la vida en el mediterráneo.
Desde Europa pretendemos crear un castillo cuyos muros sean infranqueables, valiéndonos además de ese foso lleno de cocodrilos (que se ha convertido el mediterráneo) al que arrojamos a «nuestros enemigos» en su intento de invadirnos.
Sensibilizados quizás de manera especial, por ponerles día a día rostro a esos miles de personas que desaparecen en el mar, no podemos dejar de avergonzarnos de pertenecer a un continente llamado Europa.