Os dejamos la crónica de nuestro compañero Xabi Luna en su paso por los campos de Grecia en su viaje en bicicleta hacia Estocolmo.
Si quieres acompañarle puedes clickar en: Pedaleando por los refugiados.
Lo tengo comprobado, mi mejor cargador de baterías es la gente.El día 5 de julio llegué a las 16:00 de la tarde bastante fundido del calor, los kilómetros y del ritmo de rodar y escribir. Dos días más tarde, a pesar de haber estado más de diez horas cada día haciendo cosas, estoy con mucha más energía.
En esta zona de la Macedonia griega es donde mayor número de campamentos se concentra. Y eso que han desmantelado muchos de ellos. Y no de cualquier manera. Compañeros me han contado como a las cuatro de la madrugada las autoridades entraban con escavadoras, despertaban a los refugiados y les obligaban a salir dejándose lo poco que tenían en las tiendas. Horas más tarde ese campo no existe y las escasas pertenencias son un montículo de recuerdos que será quemado en días.
Estos dos días he podido ir a tres campos, Kalochori, Sindos y Lagkadikia. Pero hay muchos más. Algunos alejados de los núcleos urbanos, otros en polígonos, otros en edificios abandonados. Pero muchos refugiados estancados en suelo griego a la espera de una solución.
He compartido dos días con tres compañeros de Help Na, Xabi, Saioa y Ana. A las horas de conocernos ya parecían semanas, después de dos días, ya hay un vínculo imborrable. Es curioso ver como personas tan diferentes, en situaciones tan humanas, crean lazos muy fuertes. He disfrutado mucho con ellos, también con miembros del EREC (una asociación de rescate de Cataluña) con los que trabaja nuestra asociación y otras personas que han venido de manera independiente a ayudar en lo que sea.
En el campo que estuvimos el primer día, los proyectos los marcaba Diane, una chica americana que lleva semanas mejorando la situación de ese campamento con dinero que recauda de EEUU. El 6 de julio, con las txarangas sonando en el recuerdo, primero ibamos al mercado a comprar verduras. Stephano, un griego encantador nos ayuda a negociar el mejor precio. Mientras cargamos, un hombre se acerca y me pregunta, “¿Eso que compráis es para los refugiados?”, al decirle que sí, me lleva a su bajera y me regala 50kg de patatas. “Esa pobre gente está muy mal…” Nos vamos a dejarla en Sindos para que puedan repartirla. Conforme dejamos las verduras, la música suena al otro lado del pladur de la nave que Swiss Cross, usa como almacén. Los niños pintan las caras de los monitores, juegan y se evaden por unas horas de ese mundo de tiendas de campaña.
De ahí a comprar material para las reparaciones de Kalachori. La idea mejorar los lavabos, la zona de contenedores y varios toldos. De las cinco tareas cumplimos tres. Ya son las 20:00 de la tarde y el cuerpo pide descanso y nos queda una hora de coche hasta Axioúpouli.
Llegar a ese pueblo es sumergirte en la vida griega, desconectar y recuperar con el resto de voluntarios, gente local y algunos refugiados que viven ahí como Farah o Elissar.
Al día siguiente toca comprar verduras y repartirlas en otro campo. En el almacén del EREC, preparamos una mesa, 5 personas por línea y a embolsar verduras para las familias:460. Con todo montado nos llaman para decir que toda actividad se supende. La mala coordinación de los que gestionan los campos casi echa a perder 1000€ en comida, pero Laura contata con Lagdarikia y nos vamos hasta allí. Mientras unos preparan las bolsas para el nuevo campo, otros revisamos el sistema de incendios con la encargada del campo. En breve implementarán un sistema en caso de incendio, ya hemos puesto la primera piedra. En este lugar, aunque no deja de ser un campo, se respira otro ambiente. Los refugiados sonrien más, se involucran en las actividades y reparaciones del mismo para hacerlo más habitable. Y las ONG trabajan para dignificarlo lo más posible. Sin ser una solución, espero que como poco los refugiados estén como aquí.
Después de repartir todo regresamos y dos días que se han esfumado. De aquí me llevo la actitud respetuosa, preocupada y paciente de los griegos. La implicación de numerosas asociaciones que trabajan sin descanso. Y el estado de los campos y la buena respuesta de los refugiados, agradecidos, pacientes y educados.
Espero no tener que volver aquí jamás por esta razón, significará que Europa ha entrado en razón. Pero como bien hablaba con otro voluntario, no sólo provocan y mantienen las guerras por sus intereses, si no que encima no tienen remordimientos para con los refugiados que han huido y están perdiendo su vida en tiendas de campaña. Un 50% de ellos menores de edad