Sale el sol en Grecia.
Las mariposas nos hacen saber desde primera hora de la mañana que todo irá
bien. 


Madrugamos para ir al mercado y conseguir fruta y vegetales frescos según
nos piden en los campos. 


Trabajamos en equipo con mucho amor y alegría para
preparar las bolsas y cajas deseando ver las sonrisas de los y las refugiadas.


Las necesidades
que surgen son miles y nunca nos sobra tiempo, siempre hacen falta manos. 















Tras
recorrer muchos kilómetros con la furgo llegamos a los diferentes campos para
realizar los repartos. Los refugiados y refugiadas esperan las verduras  y frutas con muchísimas ganas. El katering
que reciben a diario no les gusta y es poco variado. 




   
Nos tienen cariño y les alegra ver que llegamos con los alimentos básicos y dignos que se merecen. Necesitan desconectar de la horrible situación que viven día a día en los campo.










Nos impactan sus historias.
Nos desespera su incertidumbre.
Nos emociona su amabilidad.
Nos paralizan sus miradas y nos enternecen sus
fuertes abrazos.

Nos frustran sus sueños rotos. 
Nos enfada la situación.
Nos
rompe por dentro y sobrepasa esta situación inhumana.

Este mal sueño
tiene que acabar. No puede continuar por más tiempo.


Dejemos que
florezcan.

NO BORDERS