Es cierto que se nos plantean dudas e incógnitas por todas partes. Al desalojo de Eko, le sigue en el día de hoy el del asentamiento del Hotel Hara que muy probablemente ira unido al fin definitivo de BP.
Habrá que ver donde somos útiles, que cometidos podemos desempeñar y si hemos de trasladarnos a otra zona.
Tampoco sabemos si seremos bien recibidos en los campos militares, donde al parecer las condiciones no son las que se debieran esperar de una instalación tutelada por el Gobierno. Dudas, las nuestras, importantes e insignificantes a la vez.
Realmente las dudas, incógnitas, quebraderos de cabeza, depresiones, lamentos, el dolor inmenso en los corazones, lo tienen todas estas personas con las que hemos estado conviviendo. Es doloroso no poder contestar a todas las preguntas que se le pueden ocurrir a un niño aunque no las llegue a plantear.
Desgarrador subir a un autobús que te aleja del deseo de acercamiento a un mundo civilizado, sin saber cual será el destino que te han asignado a ti y a tu familia.
Tanto como ver a una excavadora llevándose por delante lo que ha sido tu hogar durante unos meses, cortos pero intensos.
Mosquitos, falta de agua potable, comida de mala calidad son cuestiones que hacen muy duro el día a día, pero no comparables a la incógnita sobre el futuro y la falta de empatía de una Europa que mira hacia otro lado y que priva también a los refugiados del calor humano.