Otro mazazo para nuestra ilusión

Después del shock del desalojo de Eko (no por ser esperado deja ser un golpe moral) ayer nos habiamos propuesto continuar llevando comida y ayuda a los campos de Hara, BP y la comunidad de pakistanis y afghanos. Mientras hubiera una sola familia que atender teníamos claro que estaríamos allí.

El día anterior vimos llegar dos familias que venían andando desde Thesalonika a más de 60 km. Llevaban crios de 5-6 años y una de las mujeres presentaba un embarazo ya avanzado. Esa tarde había caído una formidable tormenta y después hizo calor. Les ofrecimos fruta y te rompía el corazón ver cómo se tiraban los ñiños a ella.

Queríamos volver al día siguiente y llevarles comida, leña, aceite…….pero ya no hubo día siguiente.

 Ayer cuando nos despertamos nos llegó la noticia de que había comenzado el desalojo de Hara y BP. Un «deja vu», otro mazazo para nuestra ilusión. También de madrugada llegó la policía y todo se acabó.

Nos quedamos sin refugiados que atender y nos quedamos vacíos por dentro. No es sólo el cambio de condiciones para los refugiados. El no poder hacer nada por ayudarles es una sensación muy frustrante. 

No podemos acceder a los campamentos bajo control militar, pero ya sabemos por varias fuentes que las carencias en estos campos son muy grandes, sobre todo las alimentarias. 

Cuando las necesidades están dentro y la ayuda fuera sientes rabia e impotencia. 

Nuestros compañeros de EREC van moviendo hilos. Necesitamos conseguir permisos para poder llevar la ayuda a estos campamentos y ese será nuestra labor en estos próximos días.

Demasiadas incógnitas

Es cierto que se nos plantean dudas e incógnitas por todas partes. Al desalojo de Eko, le sigue en el día de hoy el del asentamiento del Hotel Hara que muy probablemente ira unido al fin definitivo de BP.
Habrá que ver donde somos útiles, que cometidos podemos desempeñar y si hemos de trasladarnos a otra zona.
Tampoco sabemos si seremos bien recibidos en los campos militares, donde al parecer las condiciones no son las que se debieran esperar de una instalación tutelada por el Gobierno. Dudas, las nuestras, importantes e insignificantes a la vez.

Realmente las dudas, incógnitas, quebraderos de cabeza, depresiones, lamentos, el dolor inmenso en los corazones, lo tienen todas estas personas con las que hemos estado conviviendo. Es doloroso no poder contestar a todas las preguntas que se le pueden ocurrir a un niño aunque no las llegue a plantear.

  Desgarrador subir a un autobús que te aleja del deseo de acercamiento a un mundo civilizado, sin saber cual será el destino que te han asignado a ti y a tu familia.
Tanto como ver a una excavadora llevándose por delante lo que ha sido tu hogar durante unos meses, cortos pero intensos.

Mosquitos, falta de agua potable, comida de mala calidad son cuestiones que hacen muy duro el día a día, pero no comparables a la incógnita sobre el futuro y la falta de empatía de una Europa que mira hacia otro lado y que priva también a los refugiados del calor humano.

Sexto relevo. Nuestra labor continúa

Unos llegan y otros se marchan, …….pero los refugiados siguen atrapados en los campamentos de Grecia. Es una constante para ellos ver continuamente como las personas que vienen a colaborar en los campos como voluntarios vienen y se van. Se han acostumbrado a ello pero siguen ofreciendo el mismo cariño a los recién llegados como nosotros. Somos el sexto relevo en estos meses. Llegamos el pasado lunes día 6 y desde el primer momento te vas empapando de todas las sensaciones que produce entrar en un campamento de refugiados. las sensaciones muchas veces no se trasmiten a través de la pantalla de televisión y sólo entrando aquí las puedes empezar a sentir.
No importa las veces que hayas visto las imágenes en el telediario. La primera entrada impacta. Sientes la desolación, el desgaste de los meses atrapados que van pesando en esta gente, el hastío. Afortunadamente también la alegría y la ilusión de muchas personas que trabajan incansablemente por un día a día mas digno para los refugiados. Y, como no, la sonrisa de todos esos niños y niñas que siempre pululan a nuestro alrededor y que nos parece increíble aun mantengan después de tantos meses huyendo de la guerra y de la propia muerte.

A nuestra llegada encontramos un campamento como Eko que nos ofrece una imagen menos dura, ya que la ayuda llega bien y reúne mejores condiciones, tristemente, a estas horas Eko Station ya es historia, ha sido barrido, si es que hay alguna posibilidad de barrer la historia de miles de personas que luchan por sobrevivir. Ha sido una dura jornada pero nadie nos dijo que iba a ser fácil.
Los campamentos mas cercanos a la frontera de Macedonia como Hara y BP presentan peores condiciones,  la gente esta mas desesperada por cruzar la frontera. Aquí ademas es mayor la población proveniente de países «fuera de la zona de conflicto» como Pakistan, Argelia…y que por tanto no se consideran refugiados propiamente. Son sencillamente ilegales.

Estos campamentos han ido mermando. Algunos refugiados han retrocedido terreno hasta campamentos militarizados.Muchos, habiendo cruzado la frontera de Macedonia han sido capturados y expulsados de nuevo, teniendo que volver derrotados a Hara o BP, donde volverán a intentarlo otra vez.
Encontramos cerca, escondidos en una construcción abandonada, a una comunidad de pakistaníes de la que ya nos habían hablado nuestros compañeros. Su situación sigue igual. Sólo están allí porque su obsesión es cruzar la frontera, y lo intentaran todas las veces que haga falta.
En Grecia cada día que pasa es un día mas y puede ser también un día menos.

Nuestra labor continúa y seguirá mientras queden familias por atender, aunque cierto es que el desalojo de Eko nos obliga a replantearnos los trabajos en Hara, BP y demás asentamientos cercanos. En todo este tiempo hemos estado colaborando con grupos como EREC ( bomberos de Cataluña) y G- Fire (bomberos de Castilla León). Son gente fantástica, muy trabajadores y organizados. Esta colaboración sin duda ha facilitado nuestra labor aquí y cada vez trabajamos más coordinados. Ahora, como bomberos de Navarra, se nos ofreció encargarnos de la gestión del reparto de vegetales en Hara y BP, así que nosotros nos encargamos de la lista de compra, preparar las bolsas con la comida y hacer el reparto tienda por tienda. Estamos encantados de ir asumiendo responsabilidades en las tareas de cooperación. Seguimos además llevando camiones de leña a los campamentos.

 Vamos conociendo gente nueva y vamos llegando hasta personas determinadas que tienen un peso específico aquí. Un ejemplo es Aslam, un sirio residente en Europa que se ha trasladado aquí  para ayudar. Él lleva el control no sólo de los campamentos sino también de los grupos de voluntarios y de las tareas que desarrollan. Su labor es fundamental y puede ser nuestra llave de entrada en un futuro no muy lejano a los campamentos militarizados restringidos en este momento para nosotros. Tener nuevos proyectos y acceso a estos campamentos abriría mucho nuestro horizonte de trabajo. Es el terreno que estamos mirando y donde queremos entrar, ya que en un futuro no muy lejano todo pasará por estos campamentos.

Desalojo de EKO

Esto es lo que queda del campamento de EKO hoy a la tarde.
Desalojo relámpago.
Para media tarde ya no quedaba nadie.

El paisaje cuando hemos entrado esta tarde era desolador.
 Las fotos tenian que ser en blanco y negro, desde luego.

Un día muy triste para todos.

Y estas últimas fotos son del destino que al parecer han asignado las autoridades a los refugiados de EKO Station. Se trata del campo de Vasilika que no parece que les ofrezca unas buenas condiciones.

Pasamos el testigo… y vuelta a casa.

 

    Han transcurrido dos semanas y llega el momento de volver a casa. Resulta complicado despedirse de gente que a buen seguro no vamos a volver a ver y que desconocemos que les deparará el futuro.

    Personalmente, he tratado de evitar empatizar demasiado con las familias que habitan estos campos, a sabiendas de lo duro que puede ser la vuelta a casa. Centenares o miles de voluntarios nos hemos acercado hasta aquí con la intención de hacer un poco más digna la estancia de los refugiados en este tapón que se ha convertido Grecia, a sabiendas, que ésto no es más que un pequeño parche para un problema de semejantes dimensiones. Los muros que pretende levantar Europa difícilmente van a contener las oleadas de inmigrantes que huyen de la guerra o la miseria. Tan sólo harán que aumente su sufrimiento, el rencor y el odio y paguen incluso con su propia vida el intento de llegar a Europa.

    Sería conveniente que todas las personas que disfrutamos una vida de confort en el viejo continente conviviéramos tan solo unos días en algún campo de refugiados. Quizás entonces nos planteáramos si somos responsables en parte del motivo que obliga a estas personas a abandonar sus hogares.

Camping de primera.

    De los campamentos de refugiados que lindan con la frontera de Macedonia, EKO es el que reúne unas condiciones «más habitables», si los comparamos con sus vecinos Hara o Bp, o con las situaciones que sufren en los campos militarizados. Además, lo conocemos en una época benigna en cuanto a lo meteorológico. Pasadas, que no olvidadas, las bajas temperatura y lluvias de meses anteriores, ahora se disfruta de una agradable temperatura antes de que llegue el abrasador verano a esta zona.
    Cualquiera que se diera un paseo al atardecer por este campamento podría llegar a pensar que está en un camping donde la gente disfruta de unas relajadas vacaciones: Animación para los más pequeños; música y baile para los hombres jóvenes; incluso algunas noches proyección de cine.

    Es de alabar la tarea de hacer más llevadera la estancia en los campos de refugiados y evitar que la incertidumbre y la desesperación haga mella en el ánimo de los refugiados.

Infancias rotas.

Es imposible caminar por un campo de refugiados sin reparar
en los niños y niñas que corretean y juegan por todos lados. Aparentemente, sus
sonrisas entre alborotos y sus intensas miradas, nos pueden hacer creer que no están
sufriendo esta situación que les toca vivir,  pero es  cuando dejamos que agarren nuestras manos y  respondemos  a sus gestos para ser abrazados cuando
realmente podemos apreciar con detalle sus dientes deteriorados, las picaduras
de mosquitos  sobre su piel y por encima
de todo la necesidad que tienen de ser queridos, de ser correspondidos a sus
sonrisas, de que alguien les dedique su tiempo y su cariño.

La vida de estos pequeños está marcada por el dolor y la
muerte de seres queridos, por  la huida
hacia un futuro en  paz, por el riesgo al que se ven expuestos diariamente en las carreteras, en el mar, por la falta de
higiene y por el rechazo de los pueblos más avanzados que se niegan a darles una
oportunidad.
Disfrutan cuando los voluntarios les montan un pequeño
espectáculo de circo, viendo una película de cine al aire libre o bailando
ajenos a la dramática situación que viven pero no pueden valorar en toda su
dimensión. Para eso son niños, faltaría más.
Pero, cada poco tiempo, ven que personas
que han dedicado tiempo y dinero para acompañarles en su miseria les
abandonan, se marchan y no les volverán a ver. Llegarán otras personas y se irán
para dar paso a más gente. Pero, cuando después
de haber aprendido algunos de sus nombres y haber recibido sus abrazos, nos
alejamos de estas niñas y niños que tuvieron que olvidar sus peluches en Idomeni,
ahora están en Hara o en Eko y nadie sabe qué será de ellos en los próximos
meses, nos hacemos muchas preguntas: ¿conseguirán un futuro en paz? ¿Podrán vivir
en una familia que les ayude a hacerse un camino en la vida? ¿Acabarán en manos
de las mafias sufriendo irremediablemente mientras duren sus vidas?